Este es un escrito que redacté hace unos meses como trabajo de un Curso de Escritura Literaria. Es una denuncia social. Por desgracia, el paso del tiempo no ha cambiado las cosas.
Vivo a pie de calle. Soy un tipo normal inmerso en una
sociedad no tan normal. Pasan cosas. Me afectan. Deberían afectarnos. Sería lo
normal. Mientras la Presidenta del Congreso, encargada de poner orden en la
sala, se dedica a sumar puntos en un juego virtual. Y encima niega la evidencia argumentando otra excusa. Pero a pie
de calle suceden cosas. Veamos.
Un tipo corre en zig-zag a velocidad de órdago. Otro sale detrás de él. Al unísono escucho la voz de una señora, casi
imperceptible. Observo a dos señoras paradas en mitad de la acera.
¡Senora!¿Qué ha pasado? “Me han robado el bolso”.No hizo falta que dijera que estaba nerviosa. “No se preocupe, llamaré al
092” mientras me comentaba que no podía hablar debido a su nerviosismo. Normal
¡Pobre mujer! Al colgar le digo que se
tranquilice, que ya viene la patrulla.
Pasados unos minutos, que se hicieron
eternos, aparecen dos agentes. Toma de datos, preguntas….Yo permanecía al
acecho, por si era necesario mi testimonio.
-“Gracias, caballero” dijeron los agentes al marcharse. Las señoras hicieron lo propio. “Para eso estamos”,
dije. Esto debería ser normal.
Una joven indigente lleva tirada en la calle varios días.
Tantos que en su rostro ya delataba la falta de alimento. Me intereso por ella.
Era obvio que tenía hambre, pero le pregunto al respecto. Un bocadillo y una
bebida le cambiaron el ánimo. Me hace saber que duerme en un cajero, pero
que en breve se ocuparan de ella. Ya no la he vuelto a ver. Prefiero pensar que
está atendida. Pero también pienso que hay muchísima gente en esta
situación. Una realidad que
desgraciadamente es normal.
Sigan jugando. O dando cabezadas Esta no va con Vds. Seguiré a pie de calle,
jugando a vivir